martes, 29 de octubre de 2013

CONEY ISLAND BABY Y LOS HOMBRES PERRO



El día que te cuente lo de Coney Island
tendrás que empaparte de ginebra
y yo tendré que lamerte como una perra anciana
y callejera
cada vez que llores: en Coney Island
ya no queda nadie.

Debrah Wycliffe






...Los que somos hombres perro terminamos entendiendo las cosas de una manera diferente, más lenta, más bizarra, más grotesca. También la muerte y la desesperanza, o el abandono...
...Tiene que ver con la piel: por lo que sea, nuestra piel favorece las filtraciones como esas composiciones geológicas que apenas oponen resistencia a unas cuantas gotas o a pequeños riachuelos...
...Ayer, a medida que me acercaba al puerto, iba respirando un aire saturado de mar. El mar impregnaba la ciudad de una forma tan sutil como salvaje. El mar me tranquiliza y me redime, aunque sea de noche y esté oscuro y me de miedo. El olor salvaje del mar es capaz incluso de aclararme las cosas, incluso en la muerte, incluso cuando me encuentro frente a una jauría de hombres lobo y voy desarmado o no recuerdo dónde puse las balas...
...Los hombres perro buscamos la sombra de los puertos y hacemos equilibrios para que las flores marchitas no se conviertan en el centro de gravedad de esta historia...
...You know, brother...
...Good luck...

Miguel Ángel Maya
29 de octubre de 2013

P.D. La foto es de Bruce Davinson y está tomada de aquí.
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jueves, 24 de octubre de 2013

WET GUNPOWDER BY THE RAIN


...Las tardes se las reparten John Coltrane, Ornette Coleman y Sonny Rollins, como en una timba de póker, como si se zafaran del vinilo y se escaparan. No me dan tregua ni los personajes de los cuentos de Joseph T. Gambolò en los que es posible rastrear su vida, ya me entiendes: las noches en las plantaciones de tabaco, la música y el sudor y los negros y los gatos y la cabaña iluminada en un punto de la inmensidad de la oscuridad y la lluvia, el aguardiente casero, los instrumentos musicales arrumbados y repletos de muescas y golpes, el escaparse por las ventanas, los graneros, los animales...
...No es fácil traducir los cuentos de T. Gambolò por lo mucho que esconden, por el miedo que dan...
...Mucho más difícil es encontrar en esos cuentos el germen de un asesinato que va a producirse sesenta años más tarde. Con T. Gambolò todo es extremo, todo sabe a pólvora, todo huele al tabaco mojado por la lluvia y a sus paseos lentos y sin rumbo por Third Avenue, como el reverso destruido, fantasmagórico y suicida de Jeanne Moreau buscando a aquel tipo acompañada sólo por la noche y, a lo sumo, por la trompeta de Miles Davis...
...No es mala compañía para corregir en la medida de lo posible esa soledad que se mete por los huesos como la peor de las infecciones, me digo mirando mis ojeras en el reflejo de la ventana, como si ya hubiera llegado la madrugada y yo siguiera dándole rienda suelta al insomnio mientras mi perro me mira como si estuviera loco, tan fantasmagórico como la figura de Joseph T. Gambolò arrastrando la bombona de oxígeno y empeñado en entrar, una vez más, en el Havana Cafe del Soho, resistiéndose a dejar de existir, a dejar de soñar que los temblores no le impedían seguir escribiendo, que para escribir la letra "W" no tenía que sostener su mano derecha con su mano izquierda para escribir primero "Q" y luego "D" y luego "S" para finalmente desistir y llorar y romper los malditos papeles; que el sonido fatigoso de su respiración podía, todavía, darle una vuelta de tuerca más a la vida, y podía enturbiarla de pólvora una vez más...

Miguel Ángel Maya
24 de octubre de 2013

P.D La foto es de Esther Bubley y está sacada de aquí.
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sábado, 19 de octubre de 2013

DRIVE AND SOFT DEATH



...Leo Cada tarde a esa hora me subo al Mustang y me pierdo por carreteras secundarias que sé que al final me llevarán a la autopista de la costa. Una vez allí, conduzco en dirección norte, pendiente siempre de la luz, hasta que doy con un lugar desde el que poder contemplar bien el ocaso, procurando encontrar cada vez un nuevo puesto de observación, que siempre elijo en función de la altura del sol. Mientras conduzco, me abandono a los sentimientos que despierta en mí la extraña cualidad que la luz tiene siempre a esa hora. En algún momento me percato de que el sol está muy bajo y entonces salgo de la carretera principal...
...Antes de ayer conducía horas antes de leer esto. Tenía el Mar Mediterráneo a mi izquierda. El sol le daba un tono dorado. Me fijé en un enorme barco mercante anclado frente a la última playa urbana. Ahora vivo junto al mar. Lo digo guiñando los ojos por el sol. Lo digo mientras suena Chico Buarque en el coche...
...Ahora estoy traduciendo uno de los cuentos de Joseph T. Gambolò, el bizarro y casi desconocido escritor norteamericano, relativamente célebre como cronista de boxeo y ocasional guionista de subproductos de serie b, para una antología que se va a publicar en España en primavera. El cuento se titula Drive and soft death, y fue publicado en The New Yorker en septiembre de 1977, exactamente 274 días antes de que yo naciera; antes incluso de que yo fuera concebido. Es la historia de una telefonista de Chicago que desentraña un asesinato. Es un cuento irregular, extraño; como todos los de T. Gambolò, pero como todos los suyos, enigmático y con "algo"...
...Es curioso, mientras conducía, con el mar dorado a mi izquierda, subido a mi Fiat Joplin (no a mi Mustang) me acordaba de cuando trabajaba como teleoperador en Yodeyma, la empresa de perfumes falsos. Yo trabajaba con los clientes italianos. Mi trabajo se limitaba a tomar pedidos de peluqueros que vendían las falsificaciones a sus clientes, hasta que nos dijeron que teníamos que hacer promoción. Yo me sentía cómodo recibiendo pedidos de peluqueros de pueblos perdidos italianos que pedían una falsificación de Chanel Nº 5 para sus clientas, pero no llamando para vender. No sirvo para vender, y menos por teléfono. El caso es que me entró una llamada, no recuerdo ni adónde ni a qué cliente, la historia es que descolgó una chica. Yo pregunté por el titular de la peluquería. Me dijo: "Sí", con cierta sorpresa, con cierto entusiasmo, no sé, con mucha emoción. Yo le dije: "Chiamo da Yodeyma", y ella me dijo, desinflada, triste: "guardi, non è il momento" (Mire, no es el momento). Yo dije: "Mi scusi" (Discúlpeme) y colgué. No sé por qué, me he acordado muchas veces de esa llamada, de ese momento, de ese día. No sé por qué me acuerdo a menudo de ella mientras conduzco. No sé, siempre he imaginado que el titular de esa peluquería acababa de fallecer y que yo estaba llamando a una casa en la que se celebraba un velatorio, o en la que la muerte había hecho acto de presencia, y que esa chica esperaba una palabra de aliento, un pésame, un abrazo en la distancia, y no la llamada corporativa de un tipo que le insistía en las bondades de los perfumes falsificados. Nada más que la voz de la chica me hace pensar eso, pero es algo de lo que estoy convencido...
...¿Por qué pienso ahora en esto? No tengo ni idea. Mi vida es extraña. Estoy con las traduciones, estoy escribiendo, estoy leyendo el nuevo libro de Eduardo Lago, conduzco con mi Fiat Joplin a lo largo del Mediterráneo. Me seduce la idea de publicar por primera vez en España los relatos de Joseph T. Gambolò. Cuando conduzco y escucho música en el coche se me vienen a la mente instantes sobre los que no tengo tampoco mucha capacidad de decisión. No tienen más razón que esa...
...Vuelvo a leer el cuento de Joseph T. Gambolò. Ahora ya con mis propias palabras, con las palabras que yo, en mi traducción, he elegido, las palabras que son tanto mías como de T. Gambolò. Y me relamo, y pienso que está bien que se publique su obra aquí. Y participar de ello...
...Y nada más. O poco más...


Miguel Ángel Maya
19 de octubre de 2013

P.D. La foto está tomada de aquí

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lunes, 14 de octubre de 2013

ITHACA


...Hoy me ha llegado al email una oferta de trabajo como profesor de español...
...Es de una página a la que estoy suscrito: es en Ithaca, New York...
... Pienso, por este orden, en Monk, en un apartamento alto, viendo el río Hudson desde su piano. Pienso en Ulises atado al mástil mayor escuchando el canto de las sirenas. Pienso en Butes, el marinero que se arroja al mar para ir hacia ese canto. Pienso en Penélope haciendo y deshaciendo calcetines para el invierno. Pienso en Eduardo Lago. Pienso en lo mucho que me gustaría ser uno de sus alumnos. Pienso que la misma tarde que se presentaba en Madrid el libro de Lara, tambien, en otra parte de Madrid, se presentaba el libro de Eduardo Lago. Me lo dijo Paul durante la cerveza previa a Por si se va la luz. ¡¿Tiene un nuevo libro?! No sabía que podía relamerme porque Eduardo Lago había sacado un nuevo libro. Llámame Brooklyn me lo terminé de leer en la estación de Atocha, de madrugada, y no podía parar de llorar. Una noche se me ocurrió guionizarlo, y le escribí al email del Cervantes de Nueva York para pedirle permiso. Él me lo dio, pero el libro me superó y desistí. Creo que nunca se lo dije. Tal vez sí. La timidez, a veces, puede confundirse con mala educación...
...Cinco minutos después de saber que Eduardo Lago había sacado un nuevo libro, me dicen por teléfono que me lo acaban de comprar y que me lo dará en cuanto nos veamos. No le pregunto por el título. Quiero que todo sea nuevo: el título, el argumento. Abrir el libro por primera vez, empezar a adentrarme en él...
...Caigo en la cuenta de que Ithaca está en Nueva-York-Estado, no en Nueva-York-Ciudad, que es un lugar donde quiero vivir, y donde estoy convencido de que algún día viviré. Está de hecho lejos de Nueva York ciudad. Tanto como de Montreal. Entro en la página de la Facultad y me entero de que en ese lugar dio clases Nabokov y escribió "parte" de Lolita...
...Ahora suena jazz, de hecho suena el canturreo de Monk junto a Mr Oscar Peterson, y bebo vino, y tengo en mis manos Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee...
...Sabía que el título ya iba a tener algo de memorable...
...Lo abro y leo esto:

A través del cristal, oscuramente

Wild Games

Esta historia empieza y termina con un libro, aunque al final, el libro es lo de menos. Mi nombre, como se decía cuando aún había novelas, no importa demasiado. Surgirá cuando lo exija la estrategia de este informe. Una tarde de invierno, a finales de 2009 descubrí en la mesa de novedades de la librería St. Mark's, en el East Village neyorkino, un ejemplar de un libro de Vladimir Nabokov cuya existencia me era enteramente desconocida, El original de Laura. Lo cogí, con mucha curiosidad, y leí en la contraportada que se trataba de una novela que el escritor ruso había dejado inacabada al morir. Intrigado, me puse a hojear el volumen. Se trataba de un conjunto de fichas manuscritas, plgadas de borrones y tachaduras. No sé bien qué me hizo decidirme a comprar el libro, pero lo cierto es que lo leí de un tirón aquella misma noche y, cuando terminé, se había adueñado de mí una sensación sumamente extraña, una inquietud que no acababa de entender.

...Creo que más que las palabras o el mero placer de las historias y los libros, son estas cosas las que me apasionan de la literatura. Este tipo de casualidades que se presentan de pronto, y uno tampoco sabe descifrarlas del todo son las que terminan por apoderarse de mi pasión de leer...
...Eso y estar convencido de una afinidad literaria tan fuerte con el señor Lago que no dudo de que, si nos conociéramos, seríamos buenos amigos...
...Sólo una vez sentí una afinidad literaria parecida con un autor vivo. Fue con Sara Mesa, a quien no conocía más que a través de lo que había escrito. Ahora somos amigos, tal y como presentía por sus libros...
...Pienso, otra vez, en Ithaca. Pienso en Kavafis. Pienso en los regresos y en los perros que reconocen cicatrices y en los héroes que asesinan pretendientes...
...Pienso en Nabokov sorprendido por la muerte con un libro a medio escribir. Y estoy deseando terminar esta entrada para seguir leyendo Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee, acunado por el jazz del señor Gillespie, a quien imagino de noche en un hotel de Nueva York (no de Ithaca), por el vino, por Nabokov, por Lago, por la noche, por la noche, por tu respiración...
...Eso que a veces yo identifico con la felicidad...

Miguel Ángel Maya
14 de octubre de 2013

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lunes, 7 de octubre de 2013

POR SI SE VA LA LUZ (Y NOS ARDEN LOS OJOS COMO COLILLAS ENCENDIDAS)

 
Esta noche asistirá a tres ceremonias peligrosas
El amor entre hombres
Fumar marihuana
Y escribir poemas
 
Mañana se levantará pasado el mediodía
Tendrá rotos los labios
Rojos lo ojos
Y otro papel enemigo
 
Le dolerán los labios
Y le  arderán los ojos como colillas encendidas
Y ese poema tampoco expresará su llanto
 
Raúl Gómez Jattín
 
Miguel Ángel Maya
7 de octubre de 2013
 
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domingo, 6 de octubre de 2013

VISITANDO LAS RUINAS


- ¿Cómo me encontrás?
- Distinta, naturalmente.
- Vos, no. Vos siempre igual. Sólo que siempre un poco más viejo. ¿Y tu abnegada mujer?
- No tengo mujer. Mara, si te referís a ella, no es mi mujer.
- Ah, y qué es. Esclava Amante. ¿La mujer de otro? Concubina. Novia. ¡Prometida! A que sí. Es increíble la cursilería que tuviste siempre, para no hablar del mal gusto.
- Bueno, eso no te hace mucho favor a vos. Y qué tal si me dejás entrar. O en Europa se usa llamar a la gente por teléfono e insultarla en los pasillos. Estuviste en Europa, ¿no?
Ella se hizo a un lado y dejó libre la puerta con una reverencia.
- En Grecia -dijo-. Visitando las ruinas.
Entré.
El departamento tenía algo de provisional. Vi muy pocos libros, una mesita con mayólicas, un biombo. Vi almohadones de colores. Todo sumamente moderno y transitorio. Podía pertenecer a unas cincuenta mil mujeres solteras entre los dieciocho y los treinta años. Vi una gran fotografía de Picasso, en shorts, con una paloma en la cabeza. Vi a Los Beatles: en fila india cruzaban una calle. Paul McCartney descalzo y con el paso cambiado, detalle, sin duda, terriblemente simbólico. Y me di vuelta y vi, a unos centímetros de mi cara, la nariz de Cecilia.
- Esperá, hagamos un pacto -dije-. Hablemos un rato como gente normal. Si vos prometés no hacerte la inteligente, yo te prometo no hacerme el cínico.
Porque la nariz de Cecilia, aparte de ser un diminuto milagro de la naturaleza, era una especie de delicadísimo instrumento vibrátil destinado a registrar, con un segundo de anticipación, cierto tipo de tempestades que unos años atrás habían estado a punto de acabar conmigo.

Abelardo Castillo, El que tiene sed 
Editorial Carpe Noctem

Miguel Ángel Maya
6 de octubre de 2013

P.D. La foto está tomada de aquí.
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sábado, 5 de octubre de 2013

HECHICERA DE LA TRIBU


...Llegar a la caótica corte y emborracharse y dormir...
...Subirse a la escoba de la bruja, entrar en el hospital, percibir la sedación, sentir que duermes, despertar cuando ya todo ha sucedido. Dormirte acunado por el escote de la enfermera y levantarte con su rostro y con su piercing...
...Siempre he encontrado conexiones eróticas entre la enfermedad y la sanación. Siempre he pensado que el erotismo es el mayor de los poderes. De ello siempre han dado cuenta los hechiceros y brujos de la tribu...
...Me acompañas, me acunas, me levantas, me sanas, lo ignoras, te vas por el pasillo, no volveremos a vernos, joven bruja de la tribu, te digo todavía aturdido por la sedación en vena...
...Salgo del hospital. Llamo un taxi. La sanación, de nuevo, se pospone...
...Quiero decir que, cuando desperté, el dinosaurio, etcétera...

Miguel Ángel Maya
5 de octubre de 2013

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