viernes, 26 de febrero de 2010

Últimas imágenes del naufragio



Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes,
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
si quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.

Oliverio Girondo, "Nocturno"



...Casi no dormí esta noche. Soñé un poco, acaricié con ternura algo que dormía a orillas de la cama pero cuando quise darme cuenta me había desvelado la misma madrugada con la que estuve apunto de cruzarme al volver a casa. Es bonito soñarte sin que tú lo sepas, sin importancia, sin documentos. Es bonito que se dibuje esa sonrisa calamitosa al otro lado del espejo, ese entrechocar de azares imposibles que apenas sobreviven al sabor del gin-tonic...
...Anoche te tuve en la boca, en mi boca, en el cielo, en el paladar, como quien no quiere esperarte...
...Ahora suena una música lenta, y tengo un suave cansancio de gin-tonic, y la mirada cansada de cine, de humo, de regreso a casa, de dos o tres horas de sueño: sueño en los dos sentidos...




...Con la ternura incomparable de abrazarse a algo que duerme pensaba en las últimas imágenes del naufragio, en eso que decía Belén Gopegui en no sé qué libro: "todo el mundo tiene su Moby Dick". Sí, es verdad, pienso, rumio. No todo el mundo tiene entre sus recuerdos de infancia haber visto a la trapecista que antes se había jugado la vida a muchos metros del suelo dándole de mamar a un niño, sentada a la puerta de una caravana, mientras su primo payaso se maquilla para hacer la función...
...Pero sí, todo el mundo tiene su Moby Dick. Mi biografía está llena de ballenas blancas: la terrible indiferente y lúdica y dolorosa escurridiza maravilla que siempre se escapaba, que no quería quererme, que le daba igual quererme, quien, sin más equipaje que las cuentas pendientes consigo misma, se dejaba abrazar por aquellos que sabían hacerlo...
...No yo, que aunque te tuviera enfrente durante tantos años seguía soñando contigo...
...Maldito corazón, cada vez hace unos ritmos más raros...

Miguel Ángel Maya
Madrid, 26 febrero 2010

domingo, 21 de febrero de 2010

Juegos de azar



...Le puse el punto y final al cabaret, farera. Terminó el parto, ahora toca lamérselo todo, ir poniendo los huesos en su sitio, reintegrarse en la sociedad civil, ver películas, partidos de fútbol, beber cervezas...
...Me he ido despidiendo de todos los personajes, uno a uno, y no ha sido fácil después de tantos años: ahora empieza el juego de la verdad, ahora empiezan las arenas movedizas. Ellos no se van a estar quietecitos en un solo libro, lo saben, lo sé, nos conocemos, pero eso no quita la sensación de vacío y de vértigo que tengo...



...Siempre me gustaron los juegos de azar, esos encuentros fortuitos en un tren de madrugada, esos momentos que luego son un manantial de recuerdos durante muchos años. Tenía dieciséis años cuando vi Before sunrise, y diez más, como los protagonistas, cuando vi Before sunset. Ambas me estremecieron. Son historias que podían haberme pasado a mí, que me pasaron a mí...




...El azar es como una carambola encendida sobre un tapete intenso...
...Es curioso lo que me pasa en estos días con los azares, y es curioso que me pasen estos azares ahora que el cabaret yace con su punto y final y su temblor prodigioso, relamiéndome y temiendo la tinta roja de Lara y de Raquel, el veredicto de esos exigentes y demoledores rizos italianos...



...En la entrada anterior escribí esto: "Es así como me imagino muchas veces a la lectora de un libro mío. Pocas veces imagino un lector. No sé por qué o tal vez no quiera saberlo. Le doy incluso un nombre, una voz, unas pupilas, y la imagino casi siempre así, en una mesa de café, mientras afuera llueve, y tiene un abrigo rojo, y un bolso caótico, y está algo despeinada, y una cerveza a medio terminar, o un café"...
...Ayer encontré este comentario de Rebeca: "Justo cuando tú escribías esta entrada, yo me leía tu libro. Lo cogí de la estantería, lo metí en uno de esos bolsos tan míos en los que podería meterme yo misma, me puse mi abrigo rojo, me acomodé en la esquina de una cafetería, me pedí un café y me leí las 135 páginas de la primera (o segunda) y de la segunda (o primera) parte del tirón. Durante poco más de dos horas estuve fuera del mundo... o más bien recorriendo el mundo (y tu biografía) a través de unas páginas que llegan casi tan hondo como lo hacen tus palabras en este blog. Sólo con leer el capítulo en que los personajes salen de los libros para cobrar vida habría bastado para compesar los dos meses en los que la editorial me tuvo pendiente de un envío que siempre se retrasaba.
Con la sonrisa en los labios que me produjo ver ese mail que esparaba en lugar del The End, volví a envolverme en mi abrigo rojo, deposité el libro en ese saco sin fondo que llevo por bolso y, de vuelta en casa, encendí el portátil y leí esta entrada. Y me alegré de encajar tanto en tu perfil de lectora como tú en el mío de escritor que deja huella"...
...Es curioso, lo de escribir cada vez me recuerda más a esta imagen: cuando uno está en un escenario, con un foco apuntándole directamente a la cara, sintiendo la presencia y la respiración de la gente que está enfrente, pero sin llegar a verlos, sólo sintiendo esa presencia a través de no sé qué epidermis...



...Escribir es como el no beso de Marcello Mastroiani y Anita Ekberg en la Fontana di Trevi. Se rozan sus labios, se tocan las pieles, pero no se besan...
...Hoy me encontré con el siguiente comentario anónimo: "Busca, mira, lee la entrada a tu post Cracovia...Esta mañana me acordé de ti mientras tomaba un café y miraba por la ventana..una ventana "polaca" o "cracoviana"....Tu libro"...
...Busqué la entrada de Cracovia y encontré este comentario: "¿Coincidencias? ¿o es que tenía que ser asi y no de otra manera?. Cracovia tiene tranvías que cruzan las calles como telarañas...Hola, Miguel Ángel, no sé cómo he llegado a tu blog, ni recuerdo que estaba buscando, sé que estaba bajando con el cursor cuando aparecieron ante mí Cracovia, y que alguien se había llevado un libro de la biblioteca¡ Pegué un salto y pinché en el blog...Trabajo en la biblioteca del Cervantes, tu libro lo compramos, sé que leí alguna referencia que me hizo que apostara por él. No lo he leido...ay...pero tienes que venir a Cracovia, ahora más que nunca"...



...Siempre he tenido esta relación azarosa y mágica con los libros, con las manos que pasan páginas, con los libros que se olvidan en los asientos traseros de los taxis, con los libros que tienen dedicatorias de amor, con las pupilas que se sumergen hasta el tuétano de las historias que hay entre las páginas, con las casualidades bibliográficas, con los trenes nocturnos en los que si una noche de invierno un viajero o una viajera bla bla bla bla bla, las lectoras que entran en una cafetería con un abrigo rojo y piden un café y devoran un libro y además tienen la delicadeza de decírtelo, el tipo del Cervantes de Cracovia que legitima a la lectora que me había imaginado, en Cracovia, "saliendo de la biblioteca del Cervantes, leyendo el libro quién sabe en qué parque, en qué cama, oyendo qué música, en compañía de quién, hundiendo sus manos en quién sabe qué cabello, pasando sus páginas", quién sabe pensando qué, o "leyéndolo en un tranvía. La imagino en pijama, frente a una taza de café. La imagino vistiéndose, y el libro estará en un escritorio centroeuropeo, en una cama deshecha, su cama"...



...Siempre soñé con que escribir era el mejor modo para que me sucedieran estas cosas. Cuando era chico, y casi nada de lo que me rodea ahora había nacido o se había inventado todavía, decidí que yo quería ser escritor la noche en que mi madre me dijo que un escritor era capaz de inventarse el sabor de un helado que no había probado nunca. No sé por qué, aquello se me quedó grabado. Todavía recuerdo ese momento: yo estaba en la cama de mis padres, frente al espejo, con ese poema de Gibran que empezaba diciendo: "tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida" y que trataba de desentrañar, porque no lo entendía, cuando me ponía frente al espejo a imitar a Kirk Douglas...
...Pensaba, cuando sólo era un lector empedernido, que debía ser maravilloso que, como escritor, uno pudiera vivir estos juegos de azar...
...Ahora, aunque mi amateurismo o mi timidez me impidan decir sin disimular o distrayendo la atención que soy escritor, creo que es como si se hubiera cumplido un sueño. Y sí, comentarios como el de ayer de Rebeca dejan huella, por muy azarosos que sean...




Miguel Ángel Maya
Madrid, 21 febrero 2010

domingo, 14 de febrero de 2010

Sólo quería verte bailar



Torra immoi
ca is pilus funt ancora
neddus che-i sa notti (...)
Torra immoi
m'as'agatai trasparenti
baddend'a luxi 'e luna.


Ritorna adesso
che i capelli sono ancora
neri come la notte (...)
Ritorna adesso
mi ritroverai trasparente
ballando al chiaro di luna.

Mariagrazia Dessì, "Torra immoi"




...Las nubes acuarelosas difuminan la luna en el cielo, tengo los ojos rojos, estoy cansado y despierto, suena Bill Evans, suave, como un secreto delicado de esos que se parecen tanto a un gato restregándose somnoliento por entre las piernas de los comensales. Como esos secretos que siempre están ahí sin terminar de desperezarse, de desesperarse...
...La misma cosquilla de unos bigotes de gato, la misma música, la misma luna, las mismas ganas de que te volvieras y volvieras a mirarme, volvieras a verme bailando en el claro de luna...
...Las mismas historias que me contabas, sudorosa, después de bailar, mientras yo soñaba contigo aunque te tuviera enfrente...
...Qué cosas tenía yo cuando no sabía lo que era el jazz...




...Iba en el autobús mirando por la ventana el camino que tantas veces hice para ir al centro cuando casi nada existía de esta forma en que existe ahora, ni siquiera yo. Sonaba la música y veía pasar la ciudad como una fantasía, como un recuerdo de quien yo era hace años, cuando miraba la ciudad por la ventana con los mismos ojos, la misma piel, la lluvia salpicando la imagen, y sin música...
...Se subió una chica de la que recuerdo, alguna vez, su mirada, o un pequeño y casi imperceptible roce en la yema de los dedos, y se bajó exactamente en la misma parada que se bajaba cuando yo la esperaba, y esperaba que nos agarráramos a la misma barra, y había ese leve roce, y se iba, y nos mirábamos...
...Esta vez no me vio, quiere decir que su mirada o la mía no son las mismas. Quién sabe cuántos segundos o minutos de su vida habrá ocupado en su cabecita ese roce fortuito de yemas de dedos entre la parada de Santa Clara y la del Corte Inglés de Nervión. Quién sabe si alguna vez ella esperó encontrarme en el autobús...
...De eso hablábamos esta noche en La Carbonería, otro sitio mítico, donde aprendí a beber moscatel, y veía taconear a una bailaora que ahora estará perdida en Tokio, o casada, o sola, o feliz, sin saber lo mucho que me estremecía cuando yo la miraba con estos mismos ojos rojos, pero con una mirada tan distinta, tan enamorada de quien no debía, tan ilusionada por todo, tan en llamas que parecía que alguien la había rociado con líquido inflamable...



...En Atocha, anoche, había una chica corriendo descalza, con los zapatos de tacón en la mano, porque perdía el tren a Barcelona. Es bonito ver bailes así: levantar la vista de El hombre que amaba los perros, levantar la vista de Ana se cruzó en mi camino en uno de esos momentos tan frecuentes, en que yo me balanceaba en el borde de un foso, y encontrarse con un movimiento de aire y una chica descalza que corre con unos zapatos de tacón en la mano, y que pierde el tren...
...Antes, en el bar de enfrente a la salida del AVE había visto a una chica sentada a una de las mesas, piernas cruzadas, abrigo negro, vaqueros, botas, leyendo un libro, con una cerveza olvidada a medio terminar...
...Es así como me imagino muchas veces a la lectora de un libro mío. Pocas veces imagino un lector. No sé por qué o tal vez no quiera saberlo. Le doy incluso un nombre, una voz, unas pupilas, y la imagino casi siempre así, en una mesa de café, mientras afuera llueve, y tiene un abrigo rojo, y un bolso caótico, y está algo despeinada, y una cerveza a medio terminar, o un café...
...Casi nunca me la imagino bailando, aunque me moriría por ve bailar a mi lectora, me encantaría saber dónde yace el libro, qué fue de él, junto a qué otros libros está, si es querido o no, si de sus labios salió un tienes que leerlo que cayó en los oidos de su mejor amigo o dibujaron una mueca de hastío mientras pasaba páginas con desgana...
...Me gustaría conocer esas otras danzas, esa otra música que empieza cuando se termina la historia...
...Me gustaría sentarme al piano y poner a bailar las manos, me gustaría tocar el piano para que tú bailaras, para que nos viéramos bailar cada uno su baile...

...Bueno, antes pensaba mucho en el final de las historias, el comienzo de las historias estaba siempre ahí, como un suicida en una cornisa o como una ola inesperada que suaviza el castillo de arena hasta que el castillo se convierte en un bultito anécdótico. Lo mismo pasa con los castillos en el aire. Pero el final de las historias tenía siempre algo de dolor, algo de felicidad, algo de incertidumbre...
...Ahora pienso mucho en quiénes somos cuando volvemos a encontrarnos, y al abrazo le sigue un olisquearse como perros, un mirar al fondo de las pupilas para ver si está ahí el bultito de fango donde antes hubo un castillo de arena, y muchas, muchas olas, muchas mareas bailando al son de la luna, con su música de trompetista invisible, de pianista náufrago, al compás de los ciclos, de los flujos, de los astros...
...Cómo nos miramos cuando queremos olernos y besarnos después de habernos encontrado...



INT. RICK'S / MESA DE LASZLO - NOCHE
Sam lleva su pequeño piano con ruedas hasta la mesa de Laszlo. Percibimos en su rostro un extraño miedo. Tampoco Ilsa consigue mostrarse todo lo tranquila que quisiera. En la armófera flota un algo misterioso, un sentimiento profundo...
ILSA
Hola, Sam.
SAM
Hola, señorita. No esperaba verla de nuevo.
ILSA
Ha pasado el tiempo.
SAM
Es verdad. Ha pasado mucha agua bajo el puente.
Se sienta al piano y se dispone a tocar.
ILSA
Toca mi vieja canción.
SAM
Sí, señorita.
Sam comienza a tocar una canción; está nervioso, como esperando que algo vaya a suceder en cualquier momento...
ILSA
¿Dónde está Rick?
SAM
(eludiendo la preguna)
No sé, no lo he visto en toda la noche.
Ilsa esboza una irónica sonrisa. Vemos a Sam muy nervioso.
ILSA
¿Cuándo volverá?
SAM
No volverá esta noche; se fue a casa.
ILSA
¿Siempre se marcha tan pronto?
SAM
No, nunca... Bueno...
(incapaz de salir de la situación)
Tiene una chica en "El Loro Azul", va por allí a menudo.
ILSA
Mentías mucho mejor antes.
SAM
Déjele en paz, señorita. Usted le trae mala suerte.
ILSA
(con dulzura)
Tócala, Sam. Déjame recordar.
SAM.
No sé a lo que se refiere.
ILSA
Tócala, Sam. Toca "As time goes by".
SAM
Se me ha olvidado esa canción. No recuerdo la melodía.
Por supuesto que no se le ha olvidado; simplemente no quiere. El miedo de Sam va en aumento.
ILSA
Te la recordaré.
La tararea. Sam comienza a tocarla muy débilmente.
ILSA
(sigue)
Cántala, Sam.
Y Sam comienza a cantarla.
SAM
"You must remember this; a kiss is just a kiss; a sight is just a sight; the fundamental things apply as time goes by. And when two lovers woo; they still say I love you; on that you can rely; no matter what the future brings; as time goes by".
La puerta de la sala de juego se abre. Rich ha oído la canción y se dirige furioso hacia el piano.
RICK
¡Sam! Te había dicho que nunca volvieras a...
Rick se para en seco. Sam deja de tocar; con su mirada le indica la presencia de Ilsa. Ilsa, sin necesidad de girarse sabe a quién se va a encontrar. Se da la vuelta despacio. Apenas respira. Rich no respira nada en absoluto; es como si le hubiera dado una sacudida, un shock. Durante un largo instante, lo único que hace Rick es mirarla. Se puede adivinar lo que está pensando. Con los ojos clavados en ella, continúa andando hacia el pino. Ella le mira fijamente. Sam está sencillamente aterrorizado; pone el taburete sobre el piano y se marcha corriendo. Ilsa ni siquiera lo advierte; sigue mirando a Rick.




...Sólo verte bailar, como un enemigo que duerme, inofensivo, abrazado a quien fuiste o fui o fuimos sin la más mínima esperanza en lo que seremos. Sólo verte bailar lo que tú no querías, sin luna, sin secretos, sin noche, sin trampa, ni cartón, ni perro ni lobo que nos ladre...
...Ni siquiera querría que volvieras ahora, que suena Bill Evans, y estoy cansado y despierto...
...O sí...



Miguel Ángel Maya
Sevilla, 13 a 14 febrero 2010

domingo, 7 de febrero de 2010

No me pidas que no sea un inconsciente

A Lara, que guarda "su mano inocente en el bolsillo,
y fuma con la cruel", porque me llama amour
(aunque yo ni coja un taxi ni cruce
la desmedida realidad de febrero por verla).




...El cabaret me tiene demasiado absorto, abducido, absorvido, como para volcar las ganas que tengo de escribir aquí en un sinfín de músicas y de deseos que entrechocan como bolas de billar en mitad de un enloquecido duelo o un terremoto o un derrumbe...

...En estos días he leído que ha muerto la última mujer de la etnia bo, la única mujer que quedaba que hablaba una lengua en la que ya no podía comunicarse con nadie, cuyo mundo, cuya historia, ha desaparecido con ella, se lo ha llevado ella, junto a una lengua que ya nadie entendía, junto al mundo, a la porción de mundo, de tiempo y de espacio que sólo esa lengua era capaz de explicar...
...Supongo que cuando se pierde una lengua se pierde el mundo, el universo visto desde esa lengua, la vida contada desde esa lengua. Supongo que los últimos años de monólogo silencioso de esa última mujer que ya no podía hablar con nadie fue la agonía, no sólo de esa vida, sino de ese mundo...



...También he leído la historia de Leo Margets, la principal candidata a personaje de una de mis historias en mucho tiempo. El titular me pudo, y me doy cuenta de que nunca me resistiría a una mirada con tanta luz, a una sonrisa tan esplendorosa si, además, detrás de esa cara de pilla hay una jugadora de póker profesional que además tiene nombre de protagonista de novela: Leo Margets...
...Ella ni me conoce ni lo sabe, pero estoy a punto de dar con una historia, de perfilarla, para ella, y dentro de poco estará atrapada en las páginas de un libro, y vivirá aventuras, y será una absoluta inconsciente de tener una doble vida: la realidad y la ficción, sólo que en los dos sitios tendrá esa sonrisa maravillosa y esos ojos titilantes...



...También he leído las historias de los locos haitianos que vagan desnudos por las calles de Puerto Príncipe. Son historias tan universales y terribles que se podría echar mano de cualquier otro horror, que podrían ser intercambiables: un loco desnudo vagando por una ciudad en ruinas. ¿Cuántas veces habrá pasado? ¿Cuánta piel habrá estado a la intemperie a causa de la barbarie humana?...


...Pero durante esta semana he tenido flash-backs continuados de cuando era chico: he recordado escenas enteras, he recordado con pelos y señales cómo me sentía en ciertos momentos, he repasado mi pasado con un bisturí tan suave como una pluma, he recordado casi todas las músicas que me rociaron la piel de líquido inflamable, cuando dejamos casi todas las ventanas abiertas y casi todas las tijeras cerradas, cuando no me pedías que no fuera un inconsciente, cuando no esperabas nada de mí, cuando no nos pedíamos lo que nos dábamos y veníamos a ofrecer el corazón...


Foto: Tommaso Abatescianni

...Siempre he sido sensible a la belleza, tal vez tan sensible que se puede hablar de una alergia velada o de un aullido a la luna o de una terrible hecatombe tan inútil como toda belleza que se precie, como toda periferia que se precie, por muy bella que sea, como toda desolación que se precie: soledad es haber trabajado de sol a sol y haberse quedado solo...
...Don McLean dijo: You took your life as lovers often do. But I could have told to you, Vincent, this world was never meant for one as beautiful as you...
...Yo sé que muchas veces se me malinterpreta la sensibilidad a la belleza: es una cuestión de encontrar esos dos o tres puntos de conexión con algo parecido al infinito, a la boca abierta, a la admiración, a las ganas de un abrazo: antes me pasaba en el metro, con desconocidos, bastaba darme cuenta de que la chica de enfrente o la que corta entradas en el Renoir estaba leyendo Los detectives salvajes para que me recorriera un suave estremecimiento por el espinazo...
...La belleza es así de imprevisible y ahora me pasa a veces en la clase de guión: Diana, por ejemplo, con esos ojazos negros y esa sonrisa esplendorosa que necesito atrapar en mis pupilas cuando se produce; Cristina, ese personajillo caótico (creo, parece, supongo) y con conflictos tan cinematográficos, cierta indiferencia, ese desdén dulce, y ese olor que me trae recuerdos (no sé si es un champú o un perfume, pero es un olor de esos tatuados en la memoria) cuando aparece y deja el rastro en el aire al llegar o al marcharse y por quien siento un cariño de abuelo orgulloso de su nieta aunque tampoco tenga muchos motivos para ello, sí indicios, señales, intuiciones, instinto (yo me entiendo); Noemi (otra candidata a personaje novelesco que tampoco lo sabe), y esas veladas alusiones a su biografía que hacen que me desperece y me despierte y me sacuda y me hagan empezar a echarla de menos anticipadamente, o... o...
...Incluso Raquel M., a quien ni siquiera he visto nunca a pesar del feeling y la declarada admiración mutua...
...No, no me gustan ellas, no es eso: sólo le agradezco a la vida esa posibilidad de belleza, poder vivir en directo la sonrisa de Diana aunque Diana no sepa que existo o le de igual que yo exista. No sé hasta qué punto se entiende esto. Es lo complicado de las palabras, tan ambiguas, tan guardándose ases en la manga...
...Bah, es complicado y es difícil, sobre todo ahora, que está ahí detrás el documento word del cabaret por la página 372 diciendo exactamente esto:
se dedicó a escribir el guión de Les infantes oubliées. Volvió a París en 1948, y empezó el rodaje de la película. Fue un rodaje largo y bastante costoso, pero mereció la pena. Les infantes oubliées era, sin duda, lo mejor que había hecho. Gröning tenía un particular modo de medir la calidad de sus filmes: la cantidad de kilómetros de fotogramas descartados en el enfermizo montaje final.
Se estrenó en marzo de 1949 en el Cine Cambore de Montmartre, como casi toda la filmografía del director, y permaneció en cartel bastante más tiempo del que acostumbraban sus películas.
La crítica fue por primera vez unánime en valorar la película de forma positiva.
Sólo hubo un crítico que la aniquiló: Gabriel Terich, que ya en 1949 escribía sus críticas con el pseudónimo de Brief Venue.
...Ese documento palpita latiendo y llamando la atención con sus indicaciones en tinta roja detrás de la ventana de blogger, por eso se me hace difícil explicarme, además suena Edberto Gismonti, y estoy empezando a sentir pudor de pornógrafo, pero yo sé que tú me entiendes...



...Hace dos semanas volví a ver Paris, Texas en la clase de guión...
...Paco me habló por primera vez de ella, en Sevilla, hace dos inviernos, bebíamos vino y comíamos una pasta con boletus, y yo creía no haberla visto, pero sí la había visto...



...Me estremece, me parece terrible, bella, maravillosa, brutal. Y cuando me quedé solo y bebí vino y decidí mentirme y escribir un poco más del cabaret y de mirar adentro ya fuera para sacarlo en forma de piano o de guión, me di cuenta de que Casablanca o Famous Blue Raincoat o Paris, Texas, o Ne me quitte pas, dos películas y dos canciones que adoro y que necesito como respirar, son modos de estar, de ser, de vivir con los que me identifico tan constitutivamente; dicen tanto de mí, de mi forma de ver el mundo y de estar en él que siento que son cuatro cosas (no sé cómo unificar a dos películas y a dos canciones en una misma categoría sentimental) por las que merece la pena haber estado vivo...

Foto: Tommaso Abatescianni


...También tú o la espalda a la que me abrazo inconscientemente cada noche, como si yo no fuera un náufrago, como si no fuera inconsciente, como si no necesitara de tus dos manos: la inocente y la cruel, en un equilibrio no tan suave como mi réquiem ni tan feroz como tus dientecillos riéndose bajo tu nariz arrugada...

Miguel Ángel Maya
Madrid, 7 febrero 2010