martes, 29 de diciembre de 2009

Cenizas en el aire


...Éste soy yo, o más bien es la imagen que tenía hace tres meses y medio en Bogart Street, Brooklyn, donde me solía sentar a tomarme un café...
...Hace tres meses y medio era el mismo compendio o amasijo físico de procesos, sangre por mi interior, corazón latiendo, cerebro funcionante, impulsos, respuestas, reacciones, ideas, células...
...Era yo hace tres meses y medio en Bogart Street, Brooklyn, y no estoy seguro de ser del todo el mismo que ahora tiene en la boca también sabor a café...



...Ésta es la música que suena mientras escribo esto...
...Oigo a menudo esta canción porque creo que la suscribiría palabra por palabra y porque me gusta ponérmela cuando estoy preparando la mochila para viajar...
...En unas horas estaré volando a Roma: es decir, el que seré dentro de unas horas estará en una realidad completamente distinta a la de ahora...



...Me gusta viajar...
...Así se veía Nueva York desde la estatua de la Libertad un día nublado de septiembre...







...Desde hace tiempo creo que en la vida tiene un peso crucial la percepción, los ángulos, los espacios desde donde uno mira u oye, y el paso del tiempo que lo va marchitando todo...
...En las tres fotos anteriores, probablemente yo estaba inmóvil, a orillas del Hudson, tratando de captar el puente de Brooklyn, pero yo me movía, el río llegaba a mis pies, su olor, su mito, el sol se iba ocultando tras los edificios, la tierra se movía, porque todo se mueve...

...Es curioso, faltan tres días para que termine este año, y pienso en todo lo que espacial y temporalmente cabe en un año...
...Me refiero a todos los momentos intensos, a todo aquello crucial, a todo lo que he vivido: las músicas, las danzas, los libros que he leído, los polvos que he echado, los sueños que he tenido...
...Trato de recordarlo todo, pero en realidad siento que el año se partió en dos con la muerte de mi abuela: ése es el epicentro del año 2009, la hendidura más profunda en el tiempo, el agujero negro que fagotizó casi todo el tiempo y el espacio que recuerdo de este año...



...Es curioso cómo hay que aprender a vivir cuando un pedazo de la vida que interactúa con uno mismo, con su cotidianidad, de pronto desaparece...
...Quiero decir, es extraño que uno tenga que acostumbrarse a cosas que no tiene remedio, y sabe que no habrá posibilidad de remedio, o al menos de camuflarlo
...Una vez que la vida de alguien a quien adoras se ha extinguido, tu propia vida no se regenera como el brazo de una estrella de mar, sino que tiene que aprender a vivir sin ese pedazo, sin más, así de crudo, así de terrible, así de bello...
...Sólo queda el recuerdo y el rastreo autobiográfico de los espacios y los tiempos que uno compartió...
...No es poco, pero no siempre basta...




...Otro de los recuerdos que me vienen a la mente de este año fue éste...
...Para mí el fútbol es una batalla, y muchas veces es injusto, muchas veces demoledor, terrible, muchas veces nunca gana el mejor moralmente, o el más guapo, o el más listo, como en las películas...
...En el fútbol sucede como en la vida, ni más ni menos, pero este año fue en ese sentido poético...




...Aunque quizás lo que resuma mejor, o ilustre, o se apropie de esa inverosímil percepción de tiempo y espacio que nunca está en nuestras manos fue el gol de Iniesta...
...Sé que no olvidaré nunca ni el gol ni cómo me sentí después de ver cómo el Barça entero, durante la batalla de once contra once, lo había buscado todo y lo había conseguido...


...Este año que se cierra por más que le falten tres días (quién sabe cuántas cosas pueden pasar en el mundo en tres días) me vio dar con los huesos en Nueva York...
...Y es también otro de los recuerdos que me alimenta, como dicen que hacen las tortugas con su propio hígado...


...Nueva York fue como ese solo deslumbrante en medio de una improvisación gris, y fue, también, la constatación de que el ser humano puede llegar a ser un terrible y repugnante monstruo y el más sagaz y maravilloso de los genios...
...Probablemente eso sea Nueva York, de ahí saque su energía, de lo monstruoso y de lo genial, de lo bello, de lo sublime, de lo siniestro, de lo terrible...




...Y los que se fueron, o decidieron irse, esa gente a quien no conocía pero a quien tenía cariño porque alguna vez vibré con sus poemas, con sus canciones, con sus monólogos, con lo que dejó, a pesar de que sus procesos corporales dijeron basta...


...Este año tampoco terminé Cabaret en las tripas del difunto, pero me quedé a las puertas. Ya casi está...
...Quién sabe qué puede pasar todavía en estos tres días, en los próximos minutos, quién sabe si por circunstancias de la vida esta es la última entrada del blog, y se queda así, como esas hojas de periódico que revolotean en las estaciones de tren desiertas y abandonadas...
...Todo termina siendo cenizas en el aire...
...Cenizas con sentido, claro, como las de Quevedo: polvo enamorado...
...Enamorado, sí, pero a merced de los vientos incontrolables...
...Bonjour, hasta pronto...

Miguel Ángel Maya
Madrid, 29 diciembre, 2009

jueves, 24 de diciembre de 2009

Y tendrá tus ojos


Verrà la morte e avrà i tuoi occhi -
questa morte che ci accompagna
dal mattino alla sera, insonne,
sorda, come un vecchi rimorso
o un vizio absurdo. I tuoi occhi
saranno una vana parola,
un grido taciuto, un silenzio.
Cesare Pavese



...Tal día como hoy de 1922 nació en Brogden, un lugar perdido y munúsculo de Carolina del Norte en el que se plantaba tabaco, Ava Lavinia Gardner. Ésa es mi celebración de cada 24 de diciembre: darle gracias a la vida, a las conjunciones de astros, a las circunstancias de esa noche en que el padre y la madre de Ava decidieron hacer el amor, a esa lucha en el interior del útero de la madre de Ava, al espermatozoide minúsculo que fecundó e óvulo que fue creciendo, al líquido amniótico que la fue acunando y protegiendo hasta que decidió salir al mundo, a ese juego de azar casi carambolesco en el que el nuevo novio de su hermana tuviera una tienda de fotos en Nueva York y que colocara una foto suya justo el día que un productor de Hollywood pasó por esa calle y por qué demonios ese día pasó por esa calle...


...Todos los 24 de diciembre celebro lo mismo: ese día irrumpió en la vida, en mi vida, Ava Gardner, aunque yo el 22 de dicimbre de 1922 no era nada, no existía, no estaba: a lo sumo existían antepasados que a través de carambolas o azares hicieron posible que el 2 de julio de 1978 yo existiera y los ojos de Ava Gardner se cruzaran con los míos desde la pantalla y yo quedara fulminado por esos ojos de gata casi obscenos, estremecido, tocado, herido, para siempre...
...A lo sumo, por seguir jugando a las carambolas, el 24 de diciembre de 1922 pudiera ser que parte de mis antepasados hicieran el amor y, bueno, quién sabe si los procesos de la vida, en fin...

...Pero Ava Gardner siempre me miró desde el otro lado de la pantalla, que para mí se fue convirtiendo en una obsesión: yo quería estar dentro de los fotogramas. Quería que ellas me miraran de frente, quería haber estado ahí dentro en los momentos cruciales de mi vida...




...Quería haber pasado por casualidad frente a la Fontana di Trevi mientras ellos dos se equivocaban, quería que mis besos tuvieran música, quería estar en una barra de bar y que una chica se sentara a mi lado y sacara un cigarrillo y yo se lo encendiera, y ella me preguntara con altanería "¿Nos conocemos de algo?" y yo le contestara "Salías en los sueños de un amigo mío"...



...Yo quería aprender a silbar así, que ella me hubiera enseñado a silbar antes de irse a dormir a la habitación de al lado o de marcharse al mismísimo infierno. Yo quería haber estado en Rick's Cafe, aunque fuera en una esquina perdida del último fotograma, para ver cómo Ilsa y Rick se miraban con esos ojitos desamparados y tristes e incomprensibles...



...Quería que Marilyn me hubiera dado oportunidad de salvarla, porque recuerdo que siempre quise salvarla, abrazarla, reírme con ella tirado en la cama, y que ella me hablara a menos de cinco o seis centímetros de distancia, y sentir de cerca ese escalofrío dulce, cuando ponía el labio de arriba así, ese gesto suyo de hablar con la boca un poco de lado, haber sido capaz de saber qué es lo que ella buscaba para habérselo dado, o haber sido por veinte o treinta minutos el barrendero filósofo de Gilda...



...O que ella, Ava, me hubiera dicho tan solo, dentro o fuera de un fotograma, con los mismos ojos verdes, brutales, profundos y cenagosos de La noche de la Iguana, "está bien, Miguel Ángel, quédate a dormir conmigo, pero no creas que va a pasar nada entre nosotros"...
...Sólo esa posibilidad ya imposible, ese haber tocado el cielo que no fue, es lo que celebro cada 24 de diciembre...
...Que no es otra cosa que celebrar la vida, ¿no?, aunque sea fuera de los fotogramas en los que quise estar...



Miguél Ángel Maya
Sevilla, 24 diciembre, 2009

sábado, 19 de diciembre de 2009

El pudor del pornógrafo


"Fragmentos de contemplación: pequeños cuadros
de los que el cuerpo de Úrsula, enfundado en vestidos
de colores extravagantes, hacía su propio escenario,
el lugar de su exposición"

Alan Pauls, "El pudor del pornógrafo".



"y le trajo en su piel el otoño de Siena,
cálido,
intenso como octubre,
como dicen que son contigo los otoños"

Luis García Montero, "Tristia".



"If I was your one and only friend
Would you run to me if somebody hurt you
even if that someone was me?"

Prince, "If I was your girlfriend"



...Todo lo que Madrid tiene de amnésico y veloz, lo tiene el sur de bomba de relojería o recuerdo...
...Esta mañana sonaba Gustavo Cerati, y antes de ayer veía pasar la carretera desde la ventana del autobús, y Despeñaperros estaba nublado y lluvioso, y me parecía un espectáculo maravilloso, y Alba Molina decía: "déjame surcar una vez más, por bajo guía; déjame morir entre las olas, a la deriva; deja que mi cuerpo de madera se rompa con las olas bajo el sol; déjame, déjame morir a la deriva"...





...Y sin querer fui recordando mujeres, mujeres con nombre y apellidos, mujeres sin nombre, con piel inolvidable, con piel difuminada o difusa por el tiempo o sin piel, mujeres que hoy vería con extrañeza y a quienes a la seguda copa, el primer beso o el último recuerdo diría eso de yo sé que te he querido mucho pero no recuerdo quién eres, mujeres que por unas cosas o por otras pasaron de largo cuando yo habría dado años de mi vida porque se hubiesen quedado, aunque sólo fuera un poco...

...Recordé como un obsceno pornógrafo, como un delator infame, un romántico tan estúpido como impune, un gato que se atusa los bigotes y mira un paisaje que alguna vez fue suyo o reconció como suyo...

...Lo que desencadenó mi recuerdo, en realidad, se remonta a dos sábados atrás: en el cercanías Atocha-Alcorcón, se sentó a mi lado una chica que sé que era Vanesa. Vanesa era la chica de quien estaba enamorado "sexualmente" cuando tenía seis años. Laura se llamaba la chica de quien estaba enamorado románticamente. No recuerdo su apellido, pero sí que me dejó cuando le dije que me parecía una tontería llorar porque los águilas se comieran a los lobitos en el programa de Rodríguez de la Fuente. Probablemente ella pretendía de mí otra cosa llorando por un programa de la noche anterior...

...Recordé a María. Tampoco de ella recuerdo el apellido, si no, hoy en día, con las redes sociales y los googles, la buscaría: ella era hija de la Señorita Mari Carmen del Pelo Largo del Párroco don Victoriano. Y la adoraba. Quién sabe dónde está, qué hace, si se acuerda de mí como yo me acuerdo de ella. Yo recuerdo que tenía las paletas separadas y su cuello. No se me olvida su cuello y el olor de su chándal celeste...

...Después me acordé de V. La he vuelto a buscar. Pero en los buscadores nunca aparece su nombre, o sí, pero nunca su nombre corresponde a ella...
...En 1999, después de un lunes de feria, me acordé de ella y decidí ir a buscarla: recordaba su nombre y apellidos y que vivía en la Calle Olimpiada, de Alcorcón. Me escribí los números de todos los Hernández de la Calle Olimpiada, diez, y empecé a llamar: el octavo resultó ser el de ella. Nos vimos. Nos reencontramos, pero volvimos a perdernos...
...Cumplía años el 11 de marzo, pero una vez la llamé desde Nápoles y me dijeron que ahí no vívía ninguna V...


...De R. recuerdo músicas y torpeza. Casi no recuerdo labios, pieles, nada; pero sí sonidos, música, a cual más cálida, a cuál más rara. Los olores y los sonidos son la puerta de entrada de la nostalgia: cuando uno menos se lo espera. Las músicas también. No éramos demasiado animales, o más bien animales temerosos...




...L., mi Moby Dick, el tiburón de El viejo y el mar que nunca dejó atraparse, a quien nunca llegué, tuvo en su mano todas mis músicas, me dio de comer en su mano, como la muñeca de la canción de Brassens, pero ella tampoco tenía mayor interés en tenerme comiendo de la mano...
...De ella recuerdo una camiseta del Che, su cuerpo, su piel, su olor, su saliva, el invierno en Lisboa, su mano, el olor de tabaco que quedaba en mi mano después de la suya, su indiferencia a veces, su llama encendida a veces, mi forma de sufrir, el no terminar de darnos nunca, el desaparecer, el encontrarnos, las clases en la facultad, las últimas veces y los reencuentros, las dos velocidades, lo que ella quería y el abismo entre lo que yo quería, y siempre la música de otro en su piel, siempre la canción Sábanas de Seda, París, la agonía, la despedida, las canciones que todavía me estremecen...


...De B. recuerdo un barco y un abrazo desde el puerto de Calais, y una pensión en París, y una frase estremecedora en inglés justo después de un orgasmo, con la pupila dilatada, con el olor de su sexo en mi nariz...

...De A. recuerdo un taxi compartido desde Flores a El Remate, en Guatemala, y muchas noches sin dormir a orillas del Petén Itzá, y un fin de año en Bahía, su piel, su sexo, sus bragas en el suelo o sobre el empeine de sus pies, una resurrección, una lengua, la casa de Nápoles, la cama de Nápoles, su ausencia cuando yo decidí quedarme en Nápoles, y los ases que me guardo en la manga...

...De A. recuerdo la nieve de Stuttgart, el invierno derretido por la fruta fresca de su trópico, la crónica de una muerte anunciada, el dolor, sus ojos, su lengua, el no pudo ser, la despedida desolada, las cosas que hice mal, mi torpeza, lo mucho que nos quisimos, el vuelo remontado...


...De D. prefiero guardármelo todo, como en la canción de Ruibal, y quiero seguir necesitando abrazarme a su espalda cada noche...


...Y luego están todos esos nombres de quienes pudieron ser: Laura y nuestras conversciones en el Naima de la Alameda antes de la clase de estética en el Conservatorio; María del Mar, mi química lejana; Laura, la otra; Laura, la romana (la protagonista de mi primera novela oculta también se llamaba Laura); Beatriz, y un viaje a Córdoba y su indiferencia y mi olvido y mi no merecía nada la pena; y Marichi, platónica, morbosa y tierna, de quien sí recuerdo sus labios; o Gema, el mito erótico de mi primera adolescencia, y sus besos inolvidables para siempre en una feria de Sevilla; o Tiziana, la loca que una vez me quiso pero a quen era imposible querer; o Sara, mi bailarina napolitana, y sus besos en medio de Napoli Centrale, y su mano en la funiculare de Montesanto, y su J'adore; o Clara, "La enemiga", de Valladolid, que hacía Erasmus en Nápoles y a quien sí que querría encontrar: de hecho le encargué la "misión" a Dillinger la noche que lo conocí ;-)...

...O Valeria, mi primera alumna de español en Nápoles, o Viola, o Anna, o Manuela, o Lia, o... Y los motivos por los que las nombro, por los que me estremecen...

...Incluso Lara o Rebeca, que tal vez no habrían pasado de largo en circunstancias distintas, o habrían sido quizá otro tipo de recuerdo, o quién sabe si de olvido...



...A menudo me pregunto cuántas personas son importantes en mi vida, influyen directamente en mis acciones, en mis gestos, me mueven, me impulsan...
...Me pregunto cuántas personas del total de los habitantes del mundo se han cruzado por mi vida con más o menos importancia, y qué harán ahora, qué querrán ahora...


...Me pregunto si algunas de estas iniciales detrás de las cuales se esconde una biografía que alguna vez tuvo que ver conmigo se preguntará alguna vez por lo que estoy haciendo yo...
...Hay personas que alguna vez tuvieron mucha importancia en mi vida, pero que hoy se han quedado en menos que nada, en apenas un poco de polvo ni siquiera sé si cenizas con sentido o polvo enamorado...



...Muchas veces me pasó de encontrarme con una piel casual y no recordarla bien. No recordar ni siquiera el nombre, ni siquiera vagamente la sonrisa, o el color de los ojos, sí apenas una fiesta de disfraces, un programa de radio, un telefono escrito en una servilleta, y como mucho la duda entre si marcarlo o no unos días después...


...No sé si ellas se preguntarán alguna vez por mí, por si fuera así, y para facilitarle la tarea a Google, ahí dejo un inventario pornográfico: por si acaso, por si fuera necesario, por si provoco alguna casualidad, por si quedan enterrados definitivamente...

...No, mejor no escribo ni sus nombres ni sus apellidos...
...No soy tan porno como creía...
...No soy tanto, no fui tanto, tal vez, y la tierra quizás tampoco pueda tanto...





Miguel Ángel Maya

Sevilla, 19 diciembre 2009


martes, 15 de diciembre de 2009

Un año atrás


La honestidad no es una virtud, es una obligación.
La brutalidad, en cambio, es una necesidad
que tienen algunos sistemas nerviosos frágiles.
Volar es solamente para los pájaros.
Andrés Calamaro




...Maqroll el gaviero decía en La nieve del Almirante: "Cuando relato mis trashumancias, mis caídas, mis delirios y mis secretas orgías, lo hago únicamente para detener, ya casi en el aire, dos o tres gritos bestiales, desgarrados gruñidos de caverna con los que podría más eficazmente decir lo que en verdad siento y lo que soy"...
...Y tal vez por eso el blog de Migue y el Fabuloso Trompetista Invisible echó a andar hace ahora un año...


...Hace un año el cielo de Madrid también era límpido y azul, aunque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo ni es azul, lástima grande que no sea verdad tanta belleza, y hacía frío, como hoy, y veía pasar chicas con la nariz roja parapetadas tras sus bufandas. Hace un año miraba los tejados y también tenían escarcha, y yo seguía en la inercia de la publicación de mi primera novela, y sentía la zozobra de la página web en la que quería que mi música se derramara...
...Hace un año escribí completa "Famous Blue Raincoat", de Leonard Cohen: esa canción descabellada y brutal en la que Cohen le habla al amante de su chica, y le habla de la música de Clinton Street, y dice que Nueva York está frío, y que es diciembre, y que son las cuatro de la madrugada, esa canción fue la primera entrada del blog (todavía no sabía colgar vídeos ni enlazarlos)...





...Eso quería yo: escribirte como si fueran las cuatro de la madrugada e hiciera frío y oyera la música de Clinton Street y tú fueras el amante de mi chica o mi chica yéndose con "my brother, my killer" y ni tú ni yo tuviéramos nada que perder...
...Yo quería no despertar nunca sin fé ni maquillaje, quería no tenerle miedo al diario que tengo a orillas de la cama, quería escribir la canción más hermosa del mundo, tocar la nota que hiciera llorar de alegría a todo el auditorio, quería escribirte como si estuviéramos tomando café cerca de Clinton Street, como si nos conociéramos desde siempre o como si nos hubiéramos querido o follado acunados por la voz de Tom Waits o de Jacques brel...


Foto: Daniela Procaccino, Café Habana, New York, septiembre 2009

...Lo de Migue y el Fabuloso Trompetista Invisible era por la música que también durante este año supo dejarse de nuevo, supo darse de nuevo, supe encontrar de nuevo en mis dedos y en las teclas, pero ya hablaré de eso ahora que termina el año...
...La experiencia de este diario sin gatos, de esta tensión continua entre lo que podía decir y callar, pudor del pornógrafo que lo llamaba yo, ha sido tan bonita como brutal...

...Gracias a este blog me han pasado cosas, y, afortunadamente, la mayoría no virtuales, casi todas las casualidades han excedido la pantalla: me han tocado literalmente. No sólo las muchas que se han convertido en la lista de enlaces aquí a la derecha, que también, sino casualidades rocambolescas (como ese chico también llamado Miguel Ángel Maya, también sevillano, también músico y escritor que me dejó un comentario en la entrada, o los anónimos que tanto me inquietan y con los que tanto fantaseo, o esos cuarenta comentarios de la entrada Con diez años de menos) y cálidas conversaciones, y músicas, y piel y tierras y topografías ignotas... Y he conocido a gente que me parece que conocía desde hace años, que tal vez conozca desde hace años...
...He vivido sueños, azares, sorpresas. Te he escrito lo que me pasaba y lo que quise. Entre líneas he temido que descubrieras cuánto te quise o cómo follo y he querido divisar cuánto me quieres o cómo me follarías o cómo debías haberlo hecho. Tal vez sea brutalidad, dulce pornografía, pero no metáfora. He querido que me olieras y que te acercaras mucho hasta que se entrechocaran nuestras médulas...

...Gracias al blog volvieron a aparecer, después de muchos años, dos personas que creía que se habían olvidado de mí o que nunca volvería a abrazar: una de ellas decidió quedarse para siempre; la otra dejó de dar señales de vida, supongo que también para siempre (a veces hace falta algo más que estar desesperado: hace falta valentía y hace falta brutalidad). Estas cosas me duelen, pero de Bogart he aprendido a subirme el cuello de la chaqueta y a perderme con elegancia entre el gentío, a encender un cigarrillo, a sostener un vaso de bourbon, aunque el bourbon sea tan titubeante como las palabras en la boca de Marilyn...

...Tal día como hoy de un año atrás tenía las manos frías, y estaba terminando una novela, y me iba a tomar un vino o a sentarme al piano y sonaba música y todo era rojo vivo...
...Ahora mi piel es un año más vieja y es un poco tuya, y aprendo cómo me las ingeniaré para vivir en un fotograma de cine, o cómo hacer para encontrarnos, para olisquearnos como perros, cómo ser tu enfant terrible o tocar la luna con la yema de los dedos. La misma yema de los dedos que a veces te desea, que a veces se olvida de todo o va demasiado rápido y se cae...

(continuará)


Miguel Ángel Maya
Madrid, 15 diciembre 2009

sábado, 12 de diciembre de 2009

Eso tan parecido a



...Me estremezco como un gato tristón y ronroneante, y recuerdo las calles de Nueva York y el color rojizo de Nueva York, y escribo, y el piano me mira, y en mi lengua hay una reminiscencia feroz de ron, y lamo un recuerdo y miro mis ojos rojos, en el espejo, y me digo que a veces un empujón a tiempo en medio de la calle vale más que mil palabras, y que mil palabras a veces no valen nada frente a un azar o una apuesta o semen derramado lento sobre el abdomen con todos los fuegos el fuego...
...Quisiera formar parte del ruido: decir que, si lo de Herman Tertsch era una pelea de borrachos entre locas celosas o violentas o con la nariz empolvada de blanco como la Eloíse de Tino Casal, La Bruja Aguirre tendría que pedir disculpas cuando ha sugerido fantasmas. O reírme a mandíbula batiente de ciertos seres humanos grotescos, minúsculos, ridículos, humanos demasiado humanos...

...Pero no quiero formar parte del ruido: quiero seguir escuchando a Melody Gardot, y escribiendo mi dulce cabaret, ajeno al mundo, entregándome a las lunas íntimas, al dulce y abuhardillado ron Santa Teresa evaporándose entre mi lengua y el cielo de mi boca, a los cuchillos, a los escalofríos, a las postdatas con sabor a caricia fortuita: eso tan parecido a un disparo, a un terciopelovoz, a...
...Música, quiero música, con signos de admiración, como si fuera Ava Gardner y estuviera dentro de la noche de la iguana, en Puerto Vallarta, bailando borracha con una camisa blanca y dos mulatos olisqueándome y babeando a años luz de mí, o una mojada y escurridiza farera que olisquea su nuevo hábitat, o una escandalosa resaca bajo la más dulce de las almohadas...
...Pero qué voy a ser yo, dónde voy a estar, si sigo buscando en los bolsillos desiertos y a pesar de las calles y los ojos rojos la poesía es tan esquiva como la luna, o el fuego, o los revólveres o cosas peores...

...P.D.



Miguel Ángel Maya
Madrid, 12 diciembre 2009

martes, 8 de diciembre de 2009

Un cómico y varias historias


A Paco León

...Hace unos días descubrí que mi cuento Verde Esmeralda se publicó en La Nueva España en tres entregas durante el mes de agosto. Lo agradezco, pero quizá alguien debería habérmelo dicho, e incluso quizá deberían haberme pedido permiso, e incluso pagarlo...

...Ayer llovía, bebí vino, escribía, ella veía “El Padrino” envuelta en una manta, a veces nos mirábamos. Me gustan esos días así. Yo volvía a escuchar músicas que tenía olvidadas como Vangelis o Wim Mertens, que he rescatado del hemisferio cerebral responsable del olvido gracias a Spotify, y me doy cuenta de que sorprendentemente algunas músicas resisten muy bien el paso del tiempo...

...Ando en estos últimos días decidiendo que tengo que tranquilizarme con las palabras. Domesticarlas, sí, domarlas tal vez pero no a cualquier precio, no a costa de la salud de ciertas vísceras...
...Ando también pensando en cómo puedo usar mi blog, este blog, para posicionarme: decir, por ejemplo, mis opiniones políticamente incorrectas: todos los gobiernos españoles han dado la espalda al Sáhara porque prevalecía el interés de los acuerdos necesarios con Marruecos, y la situación del Sáhara es intolerable, como lo es la actitud de Marruecos y la actitud de España; pero por otra parte también creo que una huelga de hambre es una decisión unilateral y libre, y no se puede culpar a nadie más que al que decide no ingerir alimentos de las posibles consecuencias (incluida la muerte) que se derive de ese gesto unilateral y libre...
...Por eso no me gusta el mundo, porque las cosas no son blancas o negras y eso no siempre está bien visto...

...La duda de cómo usar el blog, hasta dónde decir, qué callar: el eterno dilema del pudor del pornógrafo; de la mano en el pecho, de la autobiografía, de la piel; el miedo a llegar tan lejos que alguien sea capaz sólo a través de las palabras de ver cómo follo, qué toca mi médula...
...Tiempo atrás, hace casi un año, con motivo del estreno de “Dieta Mediterránea” y de la obra de teatro “¿Estás ahí?” le hice una especie de entrevista a Paco León y con ella escribí "Cómico Paco", un texto que ofrecí a El País, al magazine de El Mundo, al Dominical, al suplemento dominical de ABC, a Esquire, a Ling, y a casi todas las revistas divulgativas de La Fábrica Editorial y a muchas otras revistas que no recuerdo. Sólo me respondieron mi amigo Quino Petit, de El País; Silvia Nieto, de El Mundo; y mi amigo Toño Angulo, de La Fábrica, para decirme amablemente que mi entrevista o el personaje no encajaba del todo en las revistas en cuestión... Los demás no dijeron ni mu. Ahora tengo un blog, y me he dicho, ¿por qué no usarlo también para estas cosas? ¿Acaso "Cómico Paco" no es también autobiografía?
...He decidido no cambiar nada de lo que escribí hace un año, a pesar de que ahora no escribiría algunas cosas o las actualizaría, pues en un año han pasado muchas cosas. Siempre está la duda: cuánta emoción o información sacrificar, hasta dónde llega la impostura de fingir que conocí a sus padres y a su hermana y que me hablaron de él, cuando sus padres son mis tíos, y su hermana es mi prima, que adoro, y que dice de mí "que soy un artista con duende". Cómo hacer para que mi admiración no se desborde, para no hacer público que hubo una noche que acompañé a mi tío Antonio con el piano mientras él cantaba un fandango (ya lo he hecho público), para no decir lo que yo vi con mis propios ojos, para mantener cierta distancia periodística que no sé si mantuve, si quedó demasiado light o demasiado obsceno...
...Es lo que tiene tantear temblando las cosas que uno no sabe hacer del todo...
...Ahí va lo que escribí hace un año, con todo mi cariño...





CÓMICO PACO

“¡Luisma!”, dice alguien a su espalda, igual que cuando éramos chicos llamábamos Chanquete a Antonio Ferrandis. Paco se vuelve como si le hubieran dicho “Paco”, saluda, da la mano, intercambia unas cuantas palabras, sonríe, dice “igualmente” o “gracias”. Después cruza la calle.
Camina por el barrio de La Latina de Madrid, y siente que las miradas se desvían a su paso, se oyen palabras como “Aída”, “tele” o “Luisma”, a veces alguien se acerca y le habla, lo saluda, la mayoría de las veces la gente se queda mirándolo, murmura, señala, comenta, lo reconoce, aunque vaya parapetado tras unas gafas de sol.
Es domingo, mediodía, entramos en un bar para desayunar. Paco habla con voz firme. Todavía conserva en su acento reminiscencias sevillanas después de haber vivido varios años entre Barcelona y Madrid. Cuenta historias y anécdotas que, sin ser siempre divertidas, lo parecen narradas por él. Se le nota cansado: durante toda la semana compagina el rodaje de los nuevos capítulos de “Aída” con la obra de teatro “¿Estás ahí?”, escrita por el argentino Javier Daulte, que también dirige la obra, y con Clara Segura como protagonista femenina. Hay que decir que nos hemos encontrado en diciembre, cuando la obra de teatro se encuentra en el Teatro Lara de Madrid, donde ha dejado de estar en cartel a principios de año; en breve comenzará la gira por el país, con Maripaz Sayago sustituyendo a Clara Segura).
Por las mañanas, desde hace más de cinco años, durante varios meses al año, se levanta al alba y se va a Esperanza Sur, barrio de periferia enclavado en los estudios Picasso de Tele 5, se convierte en Luisma, el personaje que más popularidad le ha dado, con permiso de Raquel Revuelta: un tunante tierno, un pillo sentimental, un buscavidas, un pobre diablo bonachón, inocente, ex toxicómano, desgraciado, perdedor, noble y sin maldad al que no le sale casi nada bien.
Además de “Aída” y “¿Estás ahí?”, durante el primer trimestre del año se estrenará “Dieta Mediterránea”, su nueva incursión en el cine, de la mano de Joaquín Oristrell, y donde comparte cartel con Santi Millán y Olivia Molina.
Por otra parte, ha vuelto a ponerle la voz al león en “Madagascar 2”, como ya hiciera en la primera entrega. Y suma y sigue. No para. Ha sido difícil encontrar un hueco para quedar con él.
La conversación con Paco transcurre entre dos bares de La Latina. No quiero hacerle una entrevista, sino que me cuente parte de su vida, sus recuerdos, el camino recorrido hasta llegar hasta donde está ahora. En Madrid también me encuentro con su hermana María para que me cuente más cosas de él, sin que Paco esté presente. También hablaré, un poco después, durante los días de navidad y ya en Sevilla, con sus padres, con sus abuelos, con sus tíos, con sus primos...

“No sabía”, confiesa, “en qué consistía ser actor. Quién sabe qué me imaginaría yo que era eso, pero lo cierto es que nunca quise ser otra cosa”. Recuerda que era muy pequeño cuando su profesora pidió a toda la clase que escribiera en un papel lo que querían ser de mayores. Él escribió esas cinco letras: “ACTOR”.
Paco León nació en Sevilla y se crió en el Parque Alcosa, “al lado de los pisos rosas,” un barrio sevillano cercano al aeropuerto y al Guadalpark (“Aguapark” es el nombre autóctono). Alcosa era (es) como un pueblo. Casi como Esperanza Sur. Se cruzaba con un Luisma cuando compraba el pan en el Polvillo, o en el portal de su casa, lo veía salir del bar de la esquina, zascandileando por el mercadillo de los gitanos con su oferta tres por dos, lo veía subirse a un vespino renqueante, pantalones de chándal blancos, torso desnudo, medalla al cuello, sin casco, rapado al uno o al dos, o hablando con otro Luisma: “Illo, cabesa, ¿le va’ pedí rollo a la Jeny o no?, Qué dise, io, qu’ehtá mamonao, a mí la Jeny no me gusta, Ier nota, ¿abe? Si yo no t’he disho ná”...
“Hay un día”, dice sentado frente a una taza de té, en un bar junto al mercado de La Cebada, “que recuerdo como el día más feliz de mi vida y que todavía no ha sido superado”. Lo recuerda nítidamente, como su hubiera pasado hace pocos meses. En la librería Tagore, del barrio, que vendía libros y disfraces, vio un disfraz que le encantó. Fue corriendo a buscar a su madre, y la arrastró literalmente hasta la librería para enseñárselo, “sólo para que lo viera”, recalca. Ella entonces le dijo que fuera a casa a buscar el monedero. Paco voló hasta la casa, regresó con el monedero y su madre le compró aquel disfraz de arlequín. “Después”, dice, “a pesar de todo lo que me ha pasado, no ha habido un día más feliz que aquél... Si lo piensas bien, eso es lo que sigo siendo: un arlequín”.
Paco es el mayor de los tres hijos que tuvieron Carmina y Antonio. El mediano es Alejandro, militar; y la más pequeña, María, también actriz (Ha participado en SMS y ahora lo hará en La Tira). En su familia por parte de padre hay gente de circo. Pepín León, el hermano del abuelo Antonio, fue payaso, galardonado hace unos años con la Nariz de Charlie Rivel. Los hijos de Pepín continuaron la saga: fueron también payasos, la mayoría, pero también equilibristas, músicos...
De su madre, Carmina, una vez lo escuché decir que “es una mezcla entre el Increíble Hulk y Catwoman”, y cuando uno la conoce enseguida encuentra acertada esa descripción. Paco recuerda que una vez hablaba con uno de los primos del circo (con ese acento raro, de tierra de nadie, de ninguna parte, que arrastraban) y que éste le dijo: “mi madre es lanzadora de cuchillos ¿y la tuya?”. Se quedó mirándola, y se dio cuenta de que la suya era “madre”, no era “nada”, y sin embargo, no sólo él, sino también su hermana María, reconocen en ella un apoyo y una inspiración fundamental. Carmina podría ser en sí misma un personaje, y se podrían llenar páginas y páginas con las anécdotas que Paco ha ido difundiendo en entrevistas acerca de ella. “Coño”, dijo ella sin dejar de reírse cuando Paco contó en “Crónicas Marcianas” la historia de la solución contra la infección vaginal que se bebió en vez de lavarse con ella, “el Paco me pinta como si fuera una burra”. Carmina es graciosa, divertida, irreverente, malhablada, cariñosa. “Ven aquí, chochete”, le dice a su nieta (sobrina de Paco) mientras se la come a besos, “lo que sabe la hijadelagranputa”. “No pongas eso, pedazo de cabrón”, me dice riéndose a carcajada limpia, como seguro que se ríe y me insulta cuando vea que lo he puesto.
Su padre, Antonio, según le contó a Elvira Lindo una tarde de confidencias y mojitos que ella tradujo en un artículo precioso, es “creativo y cobarde”, como dice su madre que son los todos los hombres. Antonio canta flamenco como nadie, y podía haber sido cantaor “de verdad, de los buenos”, si la vida no se hubiera ido reliando y haciendo de las suyas. Tiene compás, tiene voz y sobre todo tiene swing, dolor, duende, o como quiera llamarse a eso que está en la garganta, y que tiene que salir, y sale como una soleá. Podía haber sido torero, y tiene alguna que otra cicatriz en el abdomen. Podía haber sido tantas cosas, pero todo eso se ha quedado detrás de la barra de un bar donde él se ha pasado buena parte de su vida.
Paco nació cuando sus padres eran aún muy jóvenes, inexpertos “y un poco pardillos”. En una entrevista que dio hace años al Periódico de Aragón contaba que su madre le decía “hoy hace calor, no vayas al colegio”, y era él quien le decía que quería ir, y que ella, como madre, no podía decirle esas cosas. Se lo recuerdo ahora y sonríe. Se acuerda, riendo, de que su madre le decía que no estudiara más, que se iba a volver loco, y le daba una estampita de Santa Gema para que le diera suerte en el examen. Paco, y también su hermana María, ensartan entre risas recuerdos de este tipo. Algunos son tan surrealistas o inverosímiles que parecerían inventados. María se parece cada vez más a Carmina, dice Paco, “hace pucheros, y siempre tiene la casa llena de gente”.
A Carmina y Antonio se les nota que están orgullosos. Es como si también formaran parte del trabajo solitario que lleva Paco a sus espaldas desde donde ahora está; como si, en el fondo, siempre hubieran tenido el convencimiento de que Paco lo lograría, testigos directos, como los sufridores en casa del “Un, dos, tres”, de todos los momentos, los buenos y los malos, que ha pasado. Ellos que, en cierto modo, lo han vivido desde dentro, saben cuánto le ha costado, cuánto esfuerzo hay detrás de cada uno de los gags del Luisma, de la voz femenina de la Raquel Revuelta que se escondía tras sus labios rojos, sus zapatos de tacón y su torpe “Hoy, en Estrenos de Cartelera...”, cuántos pasos en falso, cuánta incertidumbre, y noches sin dormir, y frustraciones. Carmina, sin quitarle el ojo a su nieta, cuenta sin parar anécdotas de aquellos años cuando iba a verlo hacer “las cosas tan raras que hacía” (danza contemporánea, teatro experimental) y durante la función se daba golpes en el pecho: “Paco, no te des tan fuerte, a ver si te da la taquicardia esa que te da a ti y te pasa algo”, decía.

De chico era introvertido, “rarito, casi autista”. Siempre estaba leyendo o dibujando. “Ahora no tengo tiempo para leer otra cosa que no sean guiones”, confiesa. Lo de dibujar lo sigue haciendo bastante bien. Quería ser actor y quería irse. Su historia, como la de tantos otros en su misma situación, es la crónica de una lucha por lo que uno quiere hacer con su vida, una lucha sin tregua por tratar de ser lo que ahora es y de hacer lo que ahora hace.
Parte de sus recuerdos de infancia (y también adolescencia) tienen que ver con un territorio mítico llamado Bar Venta La Primera, situado en lo que por aquel entonces era la Carretera Su Eminencia, hoy engullida por la SE-30, a cuyas orillas habían quedado apuntaladas unas cuantas casas que formaban el bizarro barrio donde se criaron su padre con otros cinco hermanos. La Venta era el Macondo de los diecisiete primos que la vivieron: era un vivero selvático y un gran bar cuyas paredes estaban decoradas con banderillas y motivos taurinos. Las tapas de jamón y queso las servía Antonio, el padre de Paco, en papeles con el logotipo de La Venta, que era el dibujo de una pata de jamón. Al fondo del bar había una mesa de billar sobre la que se habían derramado muchas copas. Detrás de la barra había un cuarto repleto de jamones colgados del techo y un piano desafinado y medio descuartizado en un rincón. Dejando atrás el cuarto se accedía a un espacio en el que había unos muebles frigoríficos, y encima había bustos de maniquíes y viejas máquinas inservibles y obsoletas o piezas de máquinas, cajas, el cuarto de la lavadora, cachibaches y muebles apilados. A la derecha estaba la casa del abuelo Antonio y la abuela Ana María. A la izquierda, en cambio, estaba parte del vivero cubierto del abuelo Antonio, mostradores de una antigua tienda que había regentado, muebles viejos, macetas, y botes de cristal o tubos de ensayo de la antigua quincalla con la que se ganó la vida después de la Guerra Civil. Ahí también había carteles del viejo teatro chino que llegó al barrio y se quedó, objetos inverosímiles, inservibles, rotos, disfraces, ruinas, columnas, pelucas, revistas antiguas, cajas registradoras, polvo, gatos, ratones, tesoros y sorpresas. Luego estaba el patio, selvático, con árboles, macetas dentro de latas de aceite Ybarra, una piscina que el abuelo usaba como cementerio vegetal y que olía a zotal, una red de mangueras por en medio, y a veces un pavo, gallinas, y perros contrahechos, cojos, y gatos, y una azotea a la que se subía por una escalera de madera rota, desde la que se veía La Negrilla, un espacio de malahierba y escombros que se abría en dirección a Bellavista. En la azotea siempre había ropa tendida, sábanas blancas, pinzas de la ropa, y tiestos vacíos.
En el bar que llevaba su padre se daban cita los personajes del barrio, gente de paso, camioneros, gitanos, vendedores ambulantes, gentes de malvivir y de peor dormir, que iba y venía. Ese territorio mítico lo expropiaron para ejecutar un plan urbanístico del ayuntamiento. Ir a La Venta era ir a casa del abuelo, y Paco recuerda cuando venían desde el puente de Hipercor, e iban llegando por el lado derecho de la carretera, y se veía el cartel luminoso y descolorido de Cruzcampo, y veían el Simca verde de la tita Valle, el taxi del tito Antonio (sólo los primos de Madrid venían sin coche).
Después de la expropiación, no quedó nada de ese territorio mítico, aunque Paco me cuenta que todavía conserva algunos de los maniquíes que había entre los mostradores de la quincalla.

“Quería ser actor”, dice, “y ya durante su último año de colegio tenía la sensación de que estaba perdiendo el tiempo si no empezaba a dar pasos en esa dirección”. Ahora, volviendo la vista atrás, agradece a sus padres que le dejaran no ir al instituto que le correspondía por zona. Cada mañana tenía que tomar un par de autobuses para ir a otro, alejado de su casa, de su barrio, de eso que en cierto modo quería dejar atrás. Es en el instituto el primer lugar donde recuerda tener un grupo de amigos con el que, por primera vez, podía identificarse o con los que sentía que tenía cosas en común. Con quince años se apuntó a un taller municipal de teatro que impartía Luis Valdivia en el Polígono San Pablo. Se lo tomaba muy en serio: para él no era un simple entretenimiento. Con el grupo “Caricato”, fundado por el propio Valdivia, empezó a hacer teatro de calle. En el grupo todo el mundo hacía de todo: diseñaban el vestuario, bailaban, eran animadores, payasos, saltimbanquis... El poco dinero que sacaban en los circuitos de la Diputación se invertía en los nuevos proyectos de la propia compañía.
Su debut teatral (no era todavía mayor de edad) fue en Paradas, un pueblo sevillano, con un espectáculo callejero al estilo de Els Comediants. Estaban en plena función en la plaza del pueblo, que celebraba las fiestas. Algunos actores se habían colgado de la torre de la iglesia, otros formaban parte de un animado pasacalle entre la gente del pueblo, entonces apareció en escena un improvisado personaje aguando la fiesta: era el alcalde del pueblo, bravucón y vociferante, dando voces, pidiendo a los actores que terminaran de una vez, porque tenía la caseta vacía. Tuvieron que saludar al público y terminar abruptamente.
Ser actor no iba a ser nada fácil, como le demostró el alcalde de Paradas.
De aquellos años tiene innumerables anécdotas, cómicas, grotescas, tristes, y las cuenta con mucho humor, sin aparente asomo de nostalgia de aquel amateurismo principiante o de las numerosas dificultades que tuvo que pasar no hace tanto tiempo.
Pasó tres veranos en el cuartel del Pico del Loro, cerca de Mazagón (Huelva), donde trabajó de camarero, animador, y donde lo mismo hacía un monólogo que organizaba el bingo o el karoke. En esta época nació el personaje de La Mariajosé (que luego usaría en televisión y que terminaría convirtiéndose en su famosa Raquel Revuelta hasta que Paco decidió “matarla” definitivamente).
Con el tiempo, durante esos tres veranos en el Pico del Loro, se fue convirtiendo en el preferido del capitán Navarro, esto lo dice con sorna, y vivió a pequeña escala el fenómeno de los fans: las mujeres de los militares lo adoraban e incluso le pedían autógrafos. “Parece mentira que hubiera auténticos fans míos entre el gremio de los guardias civiles, que teóricamente deberían estar alejados del gremio de los cómicos”.
Con las primeras doscientasmil pesetas que ganó el primer verano se fue de su casa. Nunca volvería y “nunca tuve que pedirle doscientas pesetas a mis padres”.
Cuando terminó COU entró en el Centro Andaluz de Teatro (CAT), de donde proviene toda una generación de actores como José Luis García-Pérez, Belén López, Alex O’Doherty, Cuca Escribano o incluso la internacional Paz Vega. Todos estos actores tienen en común una formación técnica sobresaliente y, sobre todo, versatilidad y capacidad de trabajo. Del CAT recuerda especialmente a Juan Carlos Sánchez, “grandísimo profesor y amigo”, con quien se encontraría en el tercer curso y con quien soltó amarras (“hasta que me encontré con él, yo no sabía hacer la o con un canuto”, asegura) y a quien le debe muchísimo de lo que hoy es, incluyendo tres máscaras que trabajó con él y que han resultado cruciales en su carrera.
“Yo noto mucho esa ‘marca de la casa’ en esa generación de actores andaluces. Cuando hablo con actores de Madrid, y me dicen ‘es que no trabajo, es que no me llaman’. Yo les digo ‘pues trabaja. Haz cosas. Cúrratelo tú’. Como allí, en Andalucía, no esperas que nadie te llame, aprendes a buscarte la vida tú solo. Al no tenerlo fácil no corres el riesgo de acomodarte, de aburguesarte, no puedes permitirte el lujo de esperar, sino que tienes que ir a buscarlo”. Paco pone como ejemplo a Belén López (“El comisario”, “RIS Científica”) o a Alex O’Dogherty, conocido por su papel de Arturo Cañas en “Camera Café”, pero que también estuvo en Payasos Sin Fronteras, es músico (La banda de la María), monologista: “él mismo se encarga de organizar sus monólogos en cualquier sitio, toca con el grupo, se mueve”.
Por una cuestión de supervivencia, los actores, en Andalucía, hacen de todo: publicidad, monólogos, acrobacia, baile, o incluso tocan instrumentos musicales. Ante la falta de infraestructuras la gente se ve obligada a espabilar. No hay dinero público para montar una producción, como sucede por ejemplo en Cataluña, por eso, quien se arriesga a montarla sabe que tendrá que hacer de todo: poner copas, escribirla, actuar, hacer los decorados, encargarse de la producción. “Después de eso”, aseguraba en una entrevista hace años, “la selección natural es muy bestia, y el que sale adelante es muy bueno. Hoy en día hay unos cuarenta actores salidos del Centro Andaluz de Teatro trabajando en series nacionales”, dice con orgullo.
Afirma que él trabaja “en esto” desde los quince años: organizando sus propios montajes teatrales, sus propias historias, y ocupándose de todos los eslabones del proyecto. “Buscándome la vida, y no ha sido fácil”. Para mantenerse, cuando el dinero no llegaba, trabajó en lo que le iba saliendo. Muchos clientes del Habanilla, bar del barrio de La Alameda de Sevilla, todavía lo recuerdan sirviendo copas por las noches. No hace tanto tiempo de eso: siete u ocho años.

Una de las facetas menos conocidas de Paco León es la de bailarín: al poco de entrar en el CAT se presentó a un cásting para los talleres coreográficos del Centro Andaluz de Danza (CAD). Recuerda que estaba rodeado de aspirantes muy preparados, y que hizo lo que pudo, hasta que le pidieron algo imposible para él y se sentó. Todavía no sabe por qué, el caso es que fue uno de los tres seleccionados, a pesar de que, afirma, su formación técnica estaba muy por debajo de muchos de los otros aspirantes. “Tal vez fue la desfachatez de sentarme en mitad de la prueba lo que les gustó”, comenta riendo. “O quizás me escogieron por error. Quién sabe”.
La danza supuso para él un trabajo realmente duro porque se vio obligado a suplir con trabajo su falta de formación técnica en danza. “En seis meses logré subirme al carro”, dice con orgullo mientras mira por la ventana del bar: una familia entera lo ha reconocido y está frente a nosotros, mirándolo, como si estuviéramos en un escaparate. A mí me incomoda un poco. A él no parece importarle y sigue hablando, acostumbrado a escenas pintorescas de este tipo. “Lo que pasa es que nunca vi la danza como una gimnasia, como ejercicio o técnica, sino como interpretación”, confiesa. “No me tomaba el hecho de bailar como algo muy diferente al de interpretar un personaje. Nunca me vi a mí mismo como bailarín, sino como un actor que bailaba”. Tal vez, insinúa, fue eso lo que vieron en él: estaba mucho menos preparado técnicamente, pero “tenía algo”.
Cuando Manuela Nogales formó la compañía lo llamó: fue un período fructífero donde tuvo oportunidad, una vez más, de hacer de todo (no sólo coreografías, sino también diseño de vestuario, algo nuevo para él), estuvo además bailando y en contacto con bailarines en distintos países de Europa o en Cuba, país del que quedó maravillado por la alta calidad de su danza...
Afirma que la danza es el trabajo más ingrato, la profesión más desagradecida que existe. “Los bailarines, en este país, son auténticos superhéroes”, dice enfatizando sus palabras. La vida artística del bailarín es muy corta, y tiene que manternerse físicamente: “si dejas de bailar durante un mes, es muy difícil retomarlo”. Además el cuerpo de un bailarín siempre está amenazado por lesiones, dolores, exigencias físicas... Es una profesión que requiere mucho sacrificio en todos los sentidos, y no se gana mucho dinero: un futbolista de élite también tiene una vida deportiva de diez o quince años al máximo nivel, pero en ese tiempo gana mucho dinero. Con un bailarín de élite esto no sucede, “aunque, eso sí, la danza crea adicción”.
El último espectáculo que realizó con Manuela Nogales fue “Mirando al cielo”. Ya por aquel entonces empezaba a ser conocido por sus interpretaciones en televisión. Poco a poco fue dejando la danza: “para ser bailarín”, asegura, “hay que sacrificarse mucho, hay que sufrir, y yo soy más hedonista”. Aun así, no duda en señalar que su experiencia como bailarín y el hecho de estar siempre “un paso más por encima de mis posibilidades”, le ha sido de muchísima utilidad como actor.

Su debut televisivo fue a los diecisiete años, junto a Imperio Argentina, en una serie de Canal Sur muy conocida en aquel momento, “El Séneca”. Fue un papel muy cortito. “La Imperio Argentina no se enteraba de nada”, dice riendo, con cariño.
Después presentaría “Triunfa en casa”, un programa donde los espectadores mandaban videos mostrando sus habilidades (principalmente niños cantando coplas o niñas vestidas de flamenca sobre un fondo de cuadros de ciervos, figurilla de toro sobre el televisor, mesa camilla con estampado de flores, frikies en busca de “fama”, ya fuera cantando, bailando, recitando o tocando la guitarra con los pies) y que le dio mucha popularidad en Andalucía: aquí interpretó por primera vez para el público masivo (hasta entonces sólo lo conocía el entregado público de El Pico del Loro) el personaje de La Mariajosé (máscara que supuso el preludio de su Raquel Revuelta), que a veces hacía el papel de la hermana del presentador habitual. “Las jornadas de grabación eran maratonianas. A veces de doce y trece horas”, dice. “El sueldo que cobraba por cada programa era irrisorio”, recuerda ahora.
Poco después comenzaría el montaje de “Bradmilla”, una obra de teatro escrita por él mismo, en el que un chico (El Cabeza, otra de sus célebres máscaras) y una chica (Maripaz Sayago) de barrio hacen un viaje para conocer a una cantante, Bradmilla. La interpretó en una de las salas alternativas más importantes de Sevilla, La Imperdible. La dirección escénica corrió a cargo de Juan Carlos Sánchez. La obra tuvo bastante éxito, basado exclusivamente en el boca a boca, en los círculos independientes.
A principios del año 2000 se estrenó en Canal Sur la serie “Castillos en el aire”, dirigida por Pepe Quero y cuyo elenco está formado por buena parte de la generación que coincidió con él en el Centro Andaluz de Teatro (Paco Tous, Belén López, Juanma Lara, Maite Sandoval, José Luis García-Pérez...) En ella interpretaba al botones golfo y pillo, al más puro estilo Sacarino, del delirante hotel donde se desarrollaba la acción. Fue una de las primeras series producida por el canal autonómico, y en ella se vio una representación de esa formidable cantera de actores andaluza.
Es a partir de ese momento cuando las cosas empiezan a sucederse a velocidad de vértigo.
Compaginando danza, teatro y televisión, se marchó a Barcelona para formar parte del elenco de “Moncloa Dígame”, ambientada en el despacho del departamento de prensa de la Moncloa en la época de Aznar. En esta serie trabajó junto a Manuel Manquiña o Javier Veiga, entre otros. Era una serie que se rodaba en directo y con público. Paco hacía de Mario.
Después de “Moncloa Dígame” entró a formar parte del elenco de formidables actores de “Homo Zapping”, un programa diferente a todo lo que se había hecho hasta entonces en la televisión, una vuelta de tuerca a los programas de zapping de cuyo éxito tuvieron buena culpa algunos de los personajes que interpretaba Paco León, especialmente los de Anne Igartiburu o Raquel Revuelta, a quienes, después de “Homo Zapping”, Paco León ha conseguido que no volvamos a verlas con los mismos ojos.
Aunque para Paco todo haya sido muy paulatino y haya ido muy poco a poco, fueron “Homo Zapping” y sobre todo sus parodias de Raquel Revuelta lo que supuso el punto de inflexión de su carrera. Cuenta que estaba con los de El Terrat, repartiéndose los personajes, cuando dijo que él “se pedía” Raquel Revuelta. Cuenta que quedaron un poco sorprendidos. Les tranquilizó ver los videos de “Triunfa en casa” con La Mariajosé de presentadora, sustituyendo al propio Paco León.
Todavía estaba en “Homo Zapping” y con el rodaje de “Reinas”, cuando el Luisma volvió a cruzarse por su camino, como había hecho tantas veces en el Parque Alcosa durante su infancia. Aida, que limpiaba el bar de Gonzalo en “7 Vidas”, era un personaje tan jugoso que decidieron darle el papel protagonista en un spin-off que titularon con su nombre.


“Aida”, dice mientras le hinca el diente a un bocata de jamón, “es probablemente una de las series más subversivas que se han emitido en la televisión de este país, precisamente por el modo que tiene de tratar a los personajes e incluso de reírse de ellos”: un empresario facha, un inmigrante ilegal, un adolescente gay, un ex toxicómano, una prostituta. “Nos reímos de todo el mundo, con respeto, con mucha irreverencia”.
El masivo éxito televisivo de su parodia de Raquel Revuelta, Luisma y compañía, tal vez deja en un segundo plano la verdadera dimensión de un artista versátil que acumula proyectos, ideas, ganas de hacer cosas y que se aprovecha de su tirón mediático para ponerlas en marcha “ahora que puedo”. Ahora prefiere seleccionar cosas, y no fijarse sólo en el dinero, sino en la satisfacción de hacer buenos proyectos e incluso de impulsarlos él mismo, ahora que su nombre “es rentable”.
Cuando leyó el guión de Anna Rodríguez para el corto “Con lengua” no dudó que tenía que realizarse. “Es difícil encontrarte con buenos guiones y éste lo era”. Se implicó en el proyecto personalmente e incluso logró que Tele 5 les dejara el estudio de “Hospital Central”. “Con lo que cuesta esto, me lo dejan porque soy yo”, decía. El resultado es un corto extraordinario, donde Paco León interpreta a un médico durante su primer día de prácticas en un hospital.
Quisiera seguir viviendo de esto cuando sea viejito, por eso, ahora que puede, quiere seleccionar sus papeles, sus proyectos. Ahora que el Luisma le ha dado dinero y fama quiere hacer cosas que le gusten, que le interesen desde el punto de vista personal y quizás no tan convenientes económicamente. “No me veo, por ejemplo, hoy por hoy, anunciando seguros, aunque la vida da muchas vueltas”, dice. Ésta es una de las cosas que más me sorprenden de él: que sigue con los pies en la Tierra, que sabe quién fue, de dónde viene, y que no hace tanto tiempo era un currante más con dificultades para llegar a fin de mes.

Nos levantamos. Se pone las gafas de sol, salimos del bar.
De nuevo salimos al barrio de La Latina. De nuevo la gente que se detiene, murmura, señala ante el paso del alguien que parece salido de la tele, con la familiaridad que eso conlleva. De nuevo se oye algún “Luisma”.
Ya en su casa, buscando fotos de aquellos años para ilustrar este reportaje, aparecen algunas acuarelas de diseños de vestuario, algunos dibujos hechos con café. Le digo que podíamos poner algunos de estos dibujos, y me dice que no le gustan. “Los buenos se los quedó Manuela Nogales. Me dijo ‘déjamelos a mí que yo los guarde, que tú seguro que los pierdes’. Y tenía razón, soy un desastre con los recuerdos”.
Las dos preguntas que más le hacen son si Raquel Revuelta se ha tomado a mal sus recreaciones en “Homo Zapping” y si “no teme encasillarse en la comedia”. La primera pregunta queda respondida con su amistad con la sevillana, a la segunda, en cambio, suele responder que la comedia es un territorio demasiado extenso, demasiado amplio, con infinidad de matices. Eso lo demuestra de forma magistral en “¿Hay alguien ahí?”, donde da vida a un personaje complejo, cómico, sí, pero también amargo, con un poso de tristeza que nunca deja de estar ahí, a pesar de las risas que provoca en el público. “Soy un cómico, y lo digo con orgullo. La comedia es algo muy difícil, y no todo el mundo está preparado para ella”.



“¿Has perdido algo en este tiempo?”, le pregunto antes de irme: me refiero a la intimidad, a la libertad. Algo de intimidad sí ha perdido, reconoce; echa de menos sentarse en la terraza de un bar, y mirar a la gente, sin que nadie lo conozca o se le acerque, como un ser anónimo. En la boda de su hermano, muchos de los invitados formaron una fila alrededor de la mesa para que les firmara los menús. A veces es cansado. En cuanto a la libertad, siente que sólo ha perdido la libertad de equivocarse. Ahora hay más gente viendo lo que hace que cuando hacía teatro independiente. En cuanto a la otra libertad, dice, “prefiero no esconderme: no quiero dejar de ir a comprar el pan o de ir en metro, o de atender al que se acerca. A veces apetece más y otras menos, pero no quiero vivir en una burbuja. Yo soy de la calle”.
Hace dos años, Carmina fue a esperarlo a la estación de Santa Justa. Carmina se empeñó en que fuera a casa, entonces en el Polígono San Pablo, porque le había hecho un puchero. Paco volvía para la anárquica fiesta flamenca que se organiza cada navidad en casa de los abuelos, que ahora viven al otro lado de la antigua Carretera de Su Eminencia. Mientras iba en el coche, un Luisma que iba en moto lo reconoció. Cuando bajó de nuevo a la calle, tres horas después, tenía a todos los vecinos coreando su nombre. “El Luisma es como uno de ellos”, me dice Antonio, su padre. “Y él, con todo eso que le pasa, siempre hace algo, se fija, lo usa luego para sus cosas, ¿sabes lo que te quiero decir, no?”

Antes, el abuelo de Paco tenía un puesto de chucherías y, por la noche, después de cenar, sentado en la mesa camilla frente al televisor ponía las gominolas y las chuches extendidas en la mesa, y llenaba bolsitas. Era la “Bolsita Luisma”, y costaba 50 céntimos. “COMPRE LA BORCITA LUISMA”, había escrito en el interior de un cartón de tabaco extendido a la vista de todos, junto a una foto de Paco con un bocadillo que decía: “El Luisma no es tonto”.
La noche de navidad, cuando salimos a la calle después de la fiesta flamenca en casa de los abuelos, en Sevilla, los gitanillos que todos los años se asientan en el barrio con una caravana, y los vecinos, estaban esperando al Luisma para cantarle. Apenas asoma empiezan las palmas frente a la casa del abuelo. Le cantan por rumbas la canción de Bebe que sirve de sintonía a “Aida”. Paco se arranca a bailar, lo hace con unas y con otras, se deja abrazar y tocar hasta que uno de los primos lo rescata. Paco se despide, se deja hacer alguna foto más, se monta en el coche, y el coche se pierde costeando el Parque Amate de la barriada de Santa Aurelia, que también podría ser Esperanza Sur.
“Primo, esto lo colgamos en el youtube”, se oye decir mientras sigue el flamenqueo junto a la hoguera. “Lo quieren porque es uno de ellos”, me dice su padre Antonio guiñándome un ojo y encendiéndose un cigarrillo.

© Las fotografías que ilustran esta entrada las hizo Otto Muro y están protegidas por su correspondiente Copyright.


Miguel Ángel Maya
Madrid, 8 diciembre, 2009